Es uno de los primer restaurantes que conocimos en la zona, por lo que tengo un recuerdo especial.
Está ubicado en plena albufera, por lo que las vistas son inmejorables. Justo por detrás del restaurante pasa uno de los canales que desemboca en la Albufera. Desde la zona alta, donde tiene un chillout, la imagen es maravillosa.
Además de un restaurante para gran capacidad, tiene un comedor en una barraca, que fue el germen del actual local.
A la entrada te encuentras con un magnífico para ingreso y un gran jardín, muy cuidado con un parque infantil muy bien dotado. En época de comuniones, y domingos, suelen tener animación infantil.
La especialidad son los arroces, normalmente muy buenos, que además complementan con una carta variada (Tellinas, pescaditos fritos, puntillas, calamares, etc.)
La comunión de Paula la celebramos allí, disfrutando muchísimo tanto del menú, como del lugar, y sobre todo de la compañía.
